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Transformación digital y propósitos elevados

La tecnología también puede servir para cuidar la salud de los empleados, bajar las emisiones de carbono, incrementar la transparencia y albergar una mayor variedad de clientes y usuarios.

Las generaciones más jóvenes tienen muy en claro la importancia de la inclusión, sustentabilidad y confianza. Pero no así los adultos, que trabajamos, vivimos e interactuamos con empresas muy distintas a las que hay ahora. Por ejemplo, mientras el propósito de la mayoría de las empresas de los 90 era hacer dinero, y hacían un gran esfuerzo para expresar su misión, visión y valores en un papel, las de hoy nacen con un propósito mucho más claro, vienen a solucionar algo concreto que detectan.

Las compañías tienen la obligación de desplegar la tecnología de una forma que beneficie a todos. El preocuparse en cómo la tecnología afecta la inequidad, libertades personales y el acceso a trabajos dignos. Sabemos que cada vez hay más gente preocupada por este punto y se exige mayor conciencia a las empresas con respecto a la sociedad. Las empresas que lo tengan en cuenta tendrán más credibilidad y eso repercute en más negocios. 

La transformación digital en las organizaciones

En el 2019 se redefinió el rol formal de una empresa en el Foro Económico Mundial y se reemplazó del concepto de stock holder por stake holder donde se tiene en cuenta a todos aquellos que tienen una parte dentro de esta historia que es una empresa. El rol de la empresa tiene que ser satisfacer a los stake holders (clientes, proveedores, empleados, accionistas sociedad, medio ambiente) y no sólo a los accionistas.

El COVID-19 vino a exacerbar muchas cosas que ya estaban ahí, por ejemplo, las desigualdades (se sabía que los analfabetos digitales iban a quedar excluidos del sistema, miremos los chicos que no pueden tener clases a distancia), las deficiencias en la conectividad, el racismo creciente (que queda evidenciado en grupos en redes sociales), las deficiencias en el aprovisionamiento domiciliario cuando se produce el aislamiento por que las empresas no están preparadas para vender y entregar correctamente a domicilio en tiempo y forma y sin contacto, la cantidad de empresas que no consideraban siquiera al ecommerce, la creencia en una oficina física como algo (cada vez menos pero) imprescindible para ser proveedor calificado, y la consideración creciente de idóneos y certificaciones autodidactas por oposición a universitarios de carrera formal. 

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Las pone de manifiesto para que no podamos mirar más hacia el costado. Es importante que para la superación de la raza humana seamos capaces de ver estas cosas. En ese sentido, es el blessing in disguise, es decir la “bendición disfrazada u oculta detrás de un hecho que a priori aparece como desafortunado”, que tiene el COVID-19. 

La tecnología también puede servir para cuidar la salud de los empleados, bajar las emisiones de carbono, incrementar la transparencia, albergar una mayor variedad de clientes y usuarios.

Es importante que las empresas y compañías tengan planes de transformación digital basados en un propósito más elevado. Esto lleva a que sea más probable que ganen confianza entre sus usuarios y que sean más competitivas, rentables y resilientes. Las generaciones actuales con más conscientes del impacto de las empresas en la sociedad, medio ambiente (pensemos solo el tiempo, dinero, recursos y contaminación malgastados en una economía por gente que va desde todos lados a todos lados solo para asistir a un lugar físico de trabajo sin ninguna planificación de zonas), y del balance trabajo-ocio, valoran más la experiencia de un viaje que “poseer” un auto. Las empresas que entiendan esto, serán más rentables y perdurarán más, ya que hoy mismo el 50% de la fuerza laboral (y de los clientes) es millennial. Y este número crece día a día.


* Diego Giaccaglia. Licenciado en Economía. Director de Sweetspot.